miércoles, 13 de noviembre de 2013

Acerca de PISA y la LOMCE

Por su interés para el tema de la Calidad de Enseñanza reproducimos el artículo de Aguayo y Merino que NO quiere publicar el Diario Montañés, en aquel espacio que ha publicado a todo el mundo, Vilches incluido. Quede como un paréntesis pertinente.

Acerca de PISA y la LOMCE

El presidente del Consejo Escolar de Cantabria, Raúl Fernández Ortega, publicaba hace unos días un artículo de opinión en el que afirmaba, entre otras cosas, que las cifras de fracaso escolar y de abandono escolar temprano arrojan cifras de vértigo y absolutamente insoportables. En parecidos términos se manifiestan las actuales autoridades educativas del país,dirigentes del partido en el gobierno y tertulianos próximos al poder, dedicados a repetir el mismo mantra: nuestro sistema educativo está muy mal, luego algo hay que hacer.



El recurso a las cifrasgenerales de los informes PISAse ha convertido en un instrumento de propaganda que no añade más luz a la hora de hacer una diagnóstico cabal de nuestro sistema educativo.En cualquier caso, sin entrar en el fondo de este tipo de pruebas internacionales y con todas las cautelas con que hay que tomarlas, lo cierto es que las calificaciones que en ellas obtienen los alumnos de las comunidades del norte de España son equiparables a las de países que nos ponen siempre de ejemplo. Por el contrario, los resultados en las comunidades del sur, el Levante y las islas, son los que tiran a la baja de la media nacional.Si admitimos PISA como instrumento de medición, debemos asumir entonces que la situación educativa española es una realidad asimétrica y, en consecuencia, no podemos colegir que el sistema ha fracasado en su totalidad sin antes contestar a una pregunta: ¿cómo es posible que, con la misma legislación educativa, unas regiones estén en la élite y otras ocupen lugares muy bajos en las clasificaciones internacionales?
Llama la atención que los responsables de la política educativa regional no mencionen los buenos resultados de Cantabria, con un fracaso escolar inferior al 15%, o que no hagan alusión a aquellos aspectos del sistema educativo en los que de manera positiva destaca nuestro país. En el último informe PISA, se señala que “en los niveles socioeconómicos más modestos los alumnos españoles obtienen mejores resultados que los del promedio OCDE y que la mayoría de los países seleccionados; es decir, en los centros que escolarizan a estos alumnos el sistema educativo español ofrece mejores resultados relativos que en los equivalentes de la OCDE. Sin embargo, en los niveles socioeconómicos más favorecidos los resultados son más modestos que los de la OCDE.”. O sea, la Enseñanza Pública que escolariza a la inmensa mayoría de los alumnos pertenecientes a familias con menos medios económicos, está por encima de la media y son los Centros Privados los que lastran el resultado global. Es otra servidumbre que pagamos con el mantenimiento de la doble red sostenida con fondos públicos.
El español es uno de los mejores sistemas educativos del mundo a la hora de corregir las dificultades que, por su extracción social, arrastra un niño cuando llega a la escuela; pero nada dice de ello el señor Ortega Fernández. Tampoco dice nada de los resultados que contemplan secuencias de varios años y en los que nos manifestamos como uno de los países que más hemos progresado. No creemos que el presidente del Consejo Escolar de Cantabria esté en la ignorancia de esto. Sospechamos que lo que le ha faltado es honestidad intelectual para reconocerlo porque invalidaría su tesis central acerca del fracaso total del sistema.
Si destacamos en equidad y nuestro sistema es puntero a la hora de compensar desigualdades, no parece razonable que la LOMCE cargue precisamente contra ellos. Si se va a dificultar la obtención de la ESO mediante una prueba externa, con dos titulaciones que conducirán a estudios posteriores (FP o Bachillerato) con diferente consideración social, si vamos a poner otra prueba externa al final del Bachillerato, si se eliminan posibilidades que ahora había para alcanzar el título de la ESO, si se adelanta la edad en la que los alumnos deberán escoger itinerarios académicos de casi imposible vuelta atrás… ¿Realmente conseguiremos con todo ello disminuir el fracaso escolar y las tasas de abandono?¿No estaremos pasando de una enseñanza comprensiva a una enseñanza selectiva en las que las desigualdades socioeconómicas serán más determinantes que ahora?
Creemos que el sistema educativo de cualquier democracia avanzada debe tener como finalidad última, en sus etapas obligatorias, elevar los niveles culturales del país y hacer de nuestros jóvenes unos ciudadanos críticos y responsables. Nada de esto se conseguirá eliminando la Educación para la Ciudadanía, haciendo que la Religión cuente para la nota media o sosteniendo económicamente con dinero público los centros que separan alumnado por sexo. Puede que nuestra Educación tenga deficiencias, sobre todo en determinados territorios, pero eso no invalida el conjunto del sistema. De lo que se trata, por tanto, es de ver qué estamos haciendo bien en algunas CC.AA. y que se está haciendo mal en esas que obtienen peores resultados. Pero la LOMCE no va en esta dirección; sus finalidades son otras: seleccionar y potenciar a los mejores, segregar al resto y convertirlos, cuanto primero mejor, en la mano de obra barata que están demandando los mercados. Esa es la filosofía que obviamente no se explicita, pero que habita escondida tras la arquitectura del sistema proyectado por Wert, un edificio lleno de barreras, de difíciles accesos, rigideces y vías únicas sin retorno.


Jesús Aguayo Díaz y José Ramón Merino Pacheco
Miembros del Secretariado Regional del STEC y del Consejo Escolar de Cantabria.

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